Tengo la seguridad de que a éstas alturas se habrán producido suficientes opiniones y valoraciones en relación con la huelga general (?) del pasado 29 de Septiembre, sin embargo no me he podido sustraer a la tentación de exponer mis propias reflexiones en relación con éste asunto. De entrada eludo entrar en valoraciones en torno al éxito de la convocatoria, aspecto, que en mi criterio, resulta secundario porque para mí lo realmente sustancial debe centrarse en considerar la utilidad de la misma, y, en éste sentido, ¿creen Vds. que ha podido servir para obligar al gobierno a reorientar las reformas emprendidas?.
Partiendo de la base que todas éstas reformas vienen determinadas no por la propia voluntad del ejecutivo sino por la imposición ineludible que nos han exigido nuestro socios comunitarios y otros organismos internacionales para mantener nuestra credibilidad ante los mercado y la comunidad financiera, comprenderán que una rectificación a éstas alturas supondría un retroceso en la recuperación de la confianza en nuestra economía con consecuencias imprevisibles.
Este aspecto lo conocen perfectamente las organizaciones sindicales y la legión de buenos economistas que les asesoran. No resulta demasiado serio, por tanto, que se esgriman éstos aspectos para justificar una convocatoria de ésta naturaleza que más parece responder, por tanto, a la necesidad de tratar de recuperar el crédito perdido tras el período de connivencia vivido durante los últimos años mientras el número de parados alcanzaba record históricos debido a la nefasta política económica de su “parnert”; período, por otra parte, en el que han estado instalados en la complacencia y, posiblemente, en la sombra, hasta en las propias acciones y decisiones del ejecutivo.
El clamor ciudadano ante esa pasividad sindical ha sido la verdadera palanca que ha impulsado ésta convocatoria. No vale de mucho desviar la atención hacia otros posibles culpables, banca, empresarios o al partido popular (para algunos percha de todos los males que nos aquejan), pero en el fondo tanto gobierno como sindicatos saben que la verdadera raíz no es otra que la tardanza en reconocer la gravedad de ésta crisis, el tratamiento erróneo con que se afrontó y su incapacidad para arbitrar medidas que evitaran los descalabros económicos que estamos sufriendo.
Ninguna de las huelgas generales convocadas anteriormente en nuestro país han sido objeto de la controversia que ha suscitado ésta en cuanto a su idoneidad , oportunidad y respaldo ciudadano, en cualquier caso, al menos sí contaron con la anuencia general y sirvieron, en definitiva, para obligar a rectificar en los temas discrepantes al gobierno de turno, ninguna de éstas dos premisas se han conseguido en ésta ocasión y, por si fuera poco, todavía queda por digerir el bocado menos apetitoso: la reforma del sistema de pensiones. ¿Convocarán otra “juerga” general? .
Firma: Ignacio Villar, tertuliano de El Bulevard en Así son Las Mañanas en Jaén