lunes, 8 de noviembre de 2010

Desde un Vagón del Tranvía

Aún quedan románticos en la Capital del Santo Reino. En mitad del temporal que está zarandeando sin compasión al Real Jaén, un grupo de profesionales que, por otro lado, no atraviesan su mejor momento, todo hay que decirlo, se han puesto a disposición de jugadores y cuerpo técnico del ‘Glorioso’, para efectuar los traslados del equipo; de momento, a Écija, el pasado domingo, y hasta Lorca, en el próximo desplazamiento. Son, cómo no, taxistas de Jaén.

Leía el otro día en algún sitio, no sé si era en la prensa o en alguna red social, que los profesionales del taxi que se han ofrecido para esta empresa están aportando su “granito” de arena. Permítanme que corrija este extremo. Lo que están haciendo es algo mucho más grande que llenar un vaso a fuerza de gotas de agua. Es un esfuerzo, hoy muy comentado en el vagón del tranvía, del que debiéramos tomar nota todos los que nos llamamos aficionados del Real Jaén; un ejemplo, desde luego, para demostrar que Jaén nunca se rinde.

Sin embargo, una situación así no podría dejar de tener su lado oscuro, y es que, después de 88 años de historia, contemplar cómo el club languidece da escalofríos. No es solución que un grupo de buena gente emplee dos jornales, el que se gastan y el que dejan de ganar, para que todo “un real” del fútbol español pueda disputar sus partidos fuera de casa. Tampoco es solución lo del generador, no, al menos, más allá de la urgencia primaria… pero es lo que se está viendo en este momento, por desgracia.

Y en el trasfondo de esta crónica de una muerte anunciada, pero que, años después, sigue sin llegar, demasiadas sombras, demasiadas interrogantes y una gran dosis de desgana por despejar las incógnitas.

Me pregunto dónde andarán ahora, quienes se dieron golpes de pecho antes del verano, desde la retaguardia de la primera línea, para apoyar, en silencio, eso sí, la operación nada clara que pretendía salvar las cuentas inmediatas con la AFE, en una carambola financiera, con demasiados visos de ser poco beneficiosa para esta ciudad. Me pregunto dónde estarán ahora quienes, con sus ausencias y sus presencias sigilosas, a rachas de cierto protagonismo, auspiciaron movimientos que buscaban recalificar un paraje especialmente protegido, cubiertos del manto sagrado del enésimo indulto al Real Jaén Club de Fútbol.

La patata caliente está en manos de Carlos Sánchez. Siempre lo ha estado. Da igual que el máximo accionista diga que volverá a ser presidente cinco minutos antes de que el Real Jaén desaparezca, para evitar que otro se coma el marrón. En realidad, nadie duda que es él quien tiene el mando y quien trata, supongo, de reflotar un barco que echó el ancla al fondo hace demasiado tiempo.

No quería hacer hoy un monográfico del Real Jaén, pero el tiempo se me ha pasado volando y llega mi parada. Me voy a bajar… al menos, daré utilidad a los semáforos de un paso de cebra vacío, pero que aguarda el cambio de color.

Pablo Ruiz, columnista de Así son las Mañanas en Jaén