jueves, 4 de noviembre de 2010

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE… VELASCO

La importancia de llamarse Ernesto es una gran comedia de Oscar Wild escrita en 1895, y que me sirve como paradigma para tener en cuenta lo importante que es el nombre y apellidos, pero ya en la actualidad, y más aún si quieres montar una empresa y que la Junta de Andalucía te subvencione. Resulta que en plena crisis, donde los datos nos abruman cada día diciéndonos que se están cerrando cientos de empresas y comercios, que el Ayuntamiento de Jaén no paga las subvenciones que convoca a los empresarios, nos encontramos con que siempre hay un camino más corto y fácil para tener ayudas públicas.

Me decía un amigo, pequeño empresario y proveedor del Ayuntamiento en cola para ver si cobra un día de estos, que lo más rentable a la hora de crear una empresa no es tener una buena idea, sino el contar en plantilla con un familiar de algún dirigente del PSOE. ¿Cómo? Le pregunté yo. Y me contestó que visto lo visto, que se lo pregunten a la mujer de Rafael Velasco, el ex número dos de los socialistas andaluces, mano derecha del presidente Griñán y diputado autonómico.

Esta empresa familiar que imparte cursos de formación, y digo familiar porque es propiedad de la mujer del dirigente socialista y además en ella da clases el hermano de Velasco, tuvo la inmensa suerte de recibir 730.000 euros de subvenciones de la Junta de Andalucía. Es decir, que la familia que trabaja unida, y que obtiene las subvenciones unida, pues que duda cabe, que se mantiene unida. Ya dijo el propio Velasco que a ver si es que se tenía que separar de su subvencionada esposa, y ya mismo nos dirá algún consejero o algún avispado socialista, que estamos ante un claro ejemplo de lo bien que la Junta de Andalucía aplica la conciliación familiar y laboral.

Que esto sea legal y que no haya irregularidad alguna, tal y como defiende el PSOE, puede ser, aunque habrá que verlo, pero lo que sí está claro es que al menos es inmoral, poco ético y de una cara dura de echar para atrás. Y más aún cuando se habla de dinero público y de políticos, a los que muchas veces, demasiadas, se les olvida las consecuencias de estos hechos.